Matusalem 23 años ron

Los hermanos Benjamín y Eduardo Camp, de origen catalán y su amigo Evaristo Alvarez emigraron a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX. Tenían experiencia en la elaboración de brindis y cognacs, y aspiraban a llevar sus métodos a la isla, entonces española. En este caso, con la misma materia prima que reinaba allí: caña de azúcar, a la que querían dar un tratamiento que permitiese obtener un ron diferente al que hasta entonces se hacía allí. elevando su calidad y su producción. Se establecieron en Santiago de Cuba y abrieron su destilería en 1872. 

La idea era clara: producir ron a través del proceso de solera, utilizado, por ejemplo en la elaboración de los vinos de Jerez o en los brandis. Este consiste en una disposición de los barriles, donde se añeja en este caso el ron, en cuatro hileras conformadas en forma de cascada, a través de las cuales el destilado va envejecimiento, filtrándose y depurándose hasta que la última fila, la solera, tiene el líquido ya preparado para su consumo. 

Esto les permitía a los hermanos Camp obtener un ron totalmente diferente a los que se venían elaborando hasta entonces. Porque además de poner en marcha un proceso de producción diferenciado, también dieron con una fórmula secreta de tratamiento que todavía hoy permanece en el más absoluto secreto. El resultado, un producto más suave al paladar, con un paso por boca más agradable y fino. El nombre que eligieron para su creación Matusalem, una referencia a Matusalén, que según la biblia vivió 969 años, relacionada con el tiempo que precisaba su bebida para añejar de la manera más adecuada para obtener el mejor sabor. 

Ron Matusalem 23 años es de categoría Ultra Premium y su profundo color dorado es una de sus características más atrayentes, la cual evidencia un largo y cuidadoso proceso de añejamiento repleto de buen hacer. Este ron es capaz de satisfacer los paladares más exigentes y sin lugar a dudas será tenido como un tesoro para los amantes del buen ron añejo. Simplemente estamos ante uno de los rones añejos más elegantes y finos. 

Cuando se cata en nariz pueden percibirse toques de pasteles dulces y frutos secos, provocando la agradable sensación de estar oliendo también miel fresca. La miel fresca nos lleva a percibir en el fondo otros toques de carácter cítrico, amanerado y floral: magnolia, mango fresco, flor de almendro, maderas exóticas y cedro.